LA FIANZA


LA FIANZA


ING. CARLOS PAICO JOAQUIN

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Cuando empezaba mi carrera profesional en las oficinas de una empresa contratista de la Lima, allá por los años 85; aprendí de manera rápida y elemental, que para manejar proyectos de ingeniería, también se debería de manejar a la perfección cuestiones de administración elemental de obras. Así también, manejar como un experto las cartas fianzas bancarias. Esto es un documento que la empresa contratista debe de solicitar al banco, para poder cobrar dinero en efectivo, tanto de la parte inicial de cobro por obra a ejecutarse; así como también fianzas de cobros por diversos motivos. Que podrían ser: para cobrar diversas partes de la obra, como también para que los proveedores cobrasen por adelantada por materiales y equipos a montar en el transcurso de la ejecución de dicha obra.
Pues bien, esto solo es la idea de lo relacionado al entendimiento de lo que significa la fianza. Y en la vida común y corriente del ser humano, él ira  encontrando en el transcurso de su propia vida muchas maneras de demostrar la fianza de su palabra, la fianza de sus acciones y la fianza de su trabajo. Donde la fianza genera confianza.
               La confianza mutua es la sublimación del entendimiento. Cuando ella se produce, se duplican los cerebros para pensar, las manos para actuar, los pies para caminar, las almas para sentir.
Se trenzan percepciones, se atan sensaciones y se funden conciencias. Se cobija paz y se multiplica la fe.
                La confianza tiene la estructura de la cebolla, está hecha de capas, y como todo lo que suma  siempre es la unión de los sumandos.
                El cumplimiento de lo pactado, el reconocimiento espontáneo del error, la entereza frente a la incerteza, la ética por encima de toda estética, el incuestionable valor de la palabra dada, frente a la ventolera incierta de la duda sin futuro.
Dar y esperar confianza es don máximo de esos que antes eran reconocidos como “buena gente” y que hoy quedaron desnominados, porque la prisa por supervivir recostó los adjetivos solventes y extendió los maliciosos.

                En su reverso se encuentra la resbaladiza incerteza, hecha de capas de mentiras, incongruencias, desidias, promesas compulsivas e incluso absurdas ingenuidades. Convivir sin confianza es navegar sin velas, porque nunca acabas de conocer la dirección exacta del viento ajeno.

                Confianza y engaño son la cara y la cruz  de las monedas de quienes entran o pretenden meterse en nuestros bolsillos.

Cuando hay engaño, al final siempre acabas pagando.

Hay que volverse numismático de la moneda ajena.

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